sábado, 15 de septiembre de 2012

MÉXICO




Últimamente veo con comprensión pero también con bastante desagrado personas que cuestionan la independencia de México basados en la dudosa credibilidad de la democracia y la fuerza política del estado. Sin lugar a dudas es imposible pasar por alto la fuerte ola de inseguridad y corrupción de nuestras instituciones y de la supremacía de los intereses de las clases políticas al servicio de la alta burguesía y monopolios corporativos. Pero desacreditar o desvalorizar la independencia es un grave error. 

Comparaciones osadas del presidente actual con un dictador, de esta guerra con la segunda guerra mundial o con medio oriente. Definitivamente no hay alusión semejante pues las circunstancias son muy diferentes de nuestra situación actual con la de Europa hace mas de 70 años o la de 200 años atrás de nuestro propio país. 

Yo soy un pesimista en muchos sentidos pero hoy me opongo tajantemente a esas opiniones negativas donde refieren que la soberanía nacional se ha perdido por completo. Estoy en desacuerdo con los que ven a un México mediocre y vergonzoso. Aquellos que dicen que no se puede ser independientes basados en el miedo que reina todos los días y alegan una imposición como evidencia de una perdida de la libertad, esto para mi está lejos de ser cierto. Lo entiendo, comparto el mismo sentir pero no concluyo las mismas ideas tan pronto. Muchas preguntas que no se responden culpando solo al sistema.  Buscar culpables o mentar madres no es una solución, llevar un presidente a un juicio político no hará que resuciten los muertos y dudo mucho que esté lejos de ser un comienzo a cambiar las cosas. Lo que si entiendo del espíritu mexicano es su interminable sensación de pesadumbre y su inigualable habilidad para quejarse. Nosotros los mexicanos nos quejamos, somos buenos para eso y no hay nada más mexicano que hablar mal de México mientras halagamos otros países. Damos poco y esperamos mucho. Que triste es ver que sean extranjeros los únicos capaces de ver lo bello de nuestro país mientras nosotros nos tiramos con todo lo que podemos. Se me hace una actitud hasta hipócrita cuando muchos de los que se quejan disfrutan de los placeres que otorga este país. Si tanto les disgusta este país ¿por qué no se largan? ya hubieran encontrado un medio para hacerlo, pero no lo hacen porque tienen muchas excusas, otro característica típica de mexicano, siempre tiene excusas. Como me decían de chiquito, desde que se inventaron los “peros” se acabaron los pendejos. 

Hay gente que si quiere transformar el país que si lo ama y actúa para bien del pueblo. No todos son jodidos ladrones, narcos, políticos corruptos, es gente ocupada haciendo algo bien por México y no tiene tiempo de quejarse. Y es la gente que me gusta, que se esmera, que se esfuerza y persevera, que no se rinde ante ninguna circunstancia negativa, que no agacha la cabeza y defiende no solo lo suyo sino de todos. Esa gente existe pero todos están tan ocupados prestándole atención a aquellos inútiles que no la merecen que se olvidan de que si hay buenos mexicanos. México se mueve, vive, respira, es un corazón herido que tiene la sangre hirviendo y está lleno de fuerza.

Si hay que celebrar, hay vergüenzas, hay errores, hay caídas que tenemos, pero hasta las heridas profundas se celebran porque significa que hay vida, que hay esperanza y que un mañana para hacer las cosas mejor que hoy. México no es un país mediocre, ni pendejo, aunque tenga muchas personas que representen muy bien estos conceptos. Hay una democracia que se está construyendo con muchos huecos y defectos que deja muchas decepciones, quejas pero también muchas áreas de oportunidad. No hay que dejar de luchar, no hay que dejar de quejarse pero si hay que comenzar a proponer. A alzar la voz no solo para mandar a chingar a su madre sino para actuar también. Por hoy seré de esos optimistas que tanto me caen mal pero diré que yo si estoy orgulloso de ser mexicano. Con todas sus tristezas, con todas sus pesadumbres, con todas sus alegrías y contrastes, lo amo, aquí nací, crecí y aquí estoy dispuesto a luchar por el. ¡Viva México!

Alex García

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