lunes, 2 de noviembre de 2015

DECIR TE AMO

Decir que te amo es quizá un acto muy precipitado,
decir que adoro tus ojos que me abren a paraísos remotos,
tus labios que besan los míos, tibios, pausados, con tempo,
tu pelo negro que imagino cenizo a los años de estar contigo
y esas arruguitas que denotan una sonrisa de niño travieso.

Tocar esa piel tan suave y tersa que excita mis manos,
envolverme en tus brazos fuertes, de bestia salvaje,
tus músculos de macho cabrío, reacio, semental,
ponerme de cucharita y tomar tu mano entre la mía,
dormirme acurrucado contigo, desnudo, empiernado
sentir el roce de tus pies calentando los míos.

Coger o fajar, antes o después que más da,
sentir tu verga grande, gruesa en mis manos, en mi boca.
Juguetear con tus nalgas o tú con las mías.
Repasar tu cuerpo o excitar tu cuello al son de un beso.
O dormirnos sin sexo, sin fornicar como conejos, 
como un matrimonio entrado en años.

Oir tu voz varonil, despreocupada, risueña,
tu carácter animoso, inocente, curioso,
escucharte hablar de tus metas, de tus travesuras,
de tus aventuras, de tus sueños, de la vida,
hacerte el tonto cuando cacho tus mentiras y sacarme una sonrisa.

Guardar tus confidencias, tus puterias, tus ocurrencias,
tus técnicas secretas para proteger corazones rotos.
Salir a cenar a la luz de las velas o hacer de cenar,
echados viendo películas o novelas.

Tu ser amable, tu carácter indomable,
la fatalidad de un cabrón y la ternura de un niño.
Todo un hombre, todo un campeón.

Molestarte de vez en cuando y saber que soy gorroso 
y apasionado pero tener tacto para ponerme un alto.
Saber que no confías en mí, que eres incrédulo a mis palabras,
que no ves futuro conmigo aunque hablemos de familia, de niños,
que quizá piensas que te haría sufrir como tú a mí.

Conocerte de años y sin importar con cuantos nos hemos acostado,
sin importar si somos amigos, amantes de antaño o sea lo que sea,
te sigo admirando, queriendo y amando como la primera vez que te besé.
Ser leal a ti, es hacerte saber que aquí estaré no importa el pasado,
no importa el presente o el futuro, que yo pondré por ti al fuego las manos.

Y aunque yo esté loco y desquiciado por amarte así sin cuidado, 
que probablemente te de miedo y quieras salir huyendo,
solo es eso, decir que te amo, te amo como eres, sin motivos o propósitos,
sin esperar reciprocidad, ni nada a cambio, si acaso verte crecer y soñar.
Te amo porque me haces sentir vivo, porque siento mi corazón latir,
mi ojos brillar y mi sonrisa crecer, como nadie más me hace sentir.

Y aún así decir te amo sigue siendo un acto violento,
bruto, impulsivo, sin lógica ni sentido, despiadado, aventurado.
Decir te amo es un acto muy muy precipitado,
pero solo así los locos como yo sabemos amar.

Precipitado, así te amo.

Alex G.

viernes, 17 de abril de 2015

COCUYO

Abracé el cielo
en el dulce anhelo que lanzó un suspiro,
del tibio río de tus ojos negros.

Amé el tocarte
en el instante profundo de un augurio,
murmullo fugaz de eternidad rapaz.

Morí al dejarte
en los brazos amantes y violentos
del estruendo y desdichado mar salado.


Ahora te veo de lejos amor mío...


expío pecados cual pétalos de rosa,
clavo cuchillos en pechos amargos,

muero iracundo en celos que consumen
como lumbre de volcán en orgasmo

deseando sostener tus alas de Ícaro,
sollozando un beso tuyo,

ese cocuyo, salvaje, silvestre,
cual suave vientre
de noches solemnes.

A. G.