Sentirse marginado, diferente, de un hogar destruido e inexistente, un lugar donde sabes que pudo haber sido mejor de lo que vives ahora pero que no tuviste opcion, no te dieron opcion y aquí estas. Un invasor, un extraño porque por mas que la gente que te quiere, que te rodea intente hacerte sentir que no estas solo, hasta el grado de disipar casi por completo esa sensasión, son incapaces de borrar esas cicatrices, que seguiran torturando, porque estas heridas nunca cierran por completo. Se aprende a vivir con ellas.
Pero es en esta lucha constante donde ruegas que todo llegue a cambiar algun dia, donde pides un poco de ayuda, de auxilio, donde pasas de ser el que combate a ser la victima de este duelo, un rehén que clama ser salvado. Nadie se puede imaginar como este cambio de papeles, que mas bien es un descubrimiento de lo que siempre fue, nos trae cambios en nosotros mismos.
Y próximos a ser salvados por ese nuestro salvador, aquel que todo lo puede, aquel que ha sufrido al igual que nosotros que a pasado las mismas desgracias o tal vez hasta mas, pero que ha vencido por encima de todo, y que esta dispuesto a ayudarnos, ese personaje que se asimila a nuestras vidas, un ejemplo de nosotros, una mirada en el espejo, un camino a seguir. El que con su imagen anuncia nuestro rescate, por fin viene a nosotros esa sensasión de paz, de calma, y nos salva. Estamos a salvo, y esta sensasión se prolonga hasta creer que estaremos a salvo por siempre.
Lamentablemente no es así, el se va, sin decir a donde, ni como encontrarlo o contactarlo, ni siquiera se despide o deja que le demos las gracias, simplemente se desaparece de la misma manera en que llego y nos damos cuenta que nuevamente estamos vulnerables, que somos presa de desgracias que nos atacan inesperadamente, nos llenamos de miedo, temor, que se transforma en ira, odio y rabia contra aquel que nos abandono y nos dejó a nuestra suerte, sin embargo esos sentimientos mas que ser en contra de nuestro salvador ausente, son en contra de nosotros mismos del destape de nuestra dependencia hacia el, de la impotencia que sentimos por estar a merced de su piedad.
Y entonces nos armamos de corage y casi juramos que no necesitamos de el, porque el mundo no necesita de el, de nuestro salvador. Tomamos el asta en nuestras manos, y nos lanzamos a la lucha, sin importar nuestros motivos, o nuestros objetivos, y cuando creemos casi poder, cuando creemos ganar, no es así, y en realidad solo estamos cayendo de nuevo.
Terminando por resignarnos y aceptar nuestra brutal caida y final, llega el de nuevo de la nada y nos salva. Y solo nos queda en la mente un universo de preguntas por hacer, y tanto que reclamarle, pero solo basta con saber que estamos de nuevo a salvo.
Sabremos que no siempre estará ahí, que incluso nunca llegué y tengamos que salvarnos a nosotros mismos. Tal vez no este cuando lo deseamos pero si cuando se le necesite. Y si existe o no, no se pero si el único capaz de llevar el planeta en sus hombros porque no creer en el, porque confiar en el, dudo que cause mas dolor del que hemos sido sometidos, y un poco de esperanza y optimismo siempre es bueno.
Pero es en esta lucha constante donde ruegas que todo llegue a cambiar algun dia, donde pides un poco de ayuda, de auxilio, donde pasas de ser el que combate a ser la victima de este duelo, un rehén que clama ser salvado. Nadie se puede imaginar como este cambio de papeles, que mas bien es un descubrimiento de lo que siempre fue, nos trae cambios en nosotros mismos.
Y próximos a ser salvados por ese nuestro salvador, aquel que todo lo puede, aquel que ha sufrido al igual que nosotros que a pasado las mismas desgracias o tal vez hasta mas, pero que ha vencido por encima de todo, y que esta dispuesto a ayudarnos, ese personaje que se asimila a nuestras vidas, un ejemplo de nosotros, una mirada en el espejo, un camino a seguir. El que con su imagen anuncia nuestro rescate, por fin viene a nosotros esa sensasión de paz, de calma, y nos salva. Estamos a salvo, y esta sensasión se prolonga hasta creer que estaremos a salvo por siempre.
Lamentablemente no es así, el se va, sin decir a donde, ni como encontrarlo o contactarlo, ni siquiera se despide o deja que le demos las gracias, simplemente se desaparece de la misma manera en que llego y nos damos cuenta que nuevamente estamos vulnerables, que somos presa de desgracias que nos atacan inesperadamente, nos llenamos de miedo, temor, que se transforma en ira, odio y rabia contra aquel que nos abandono y nos dejó a nuestra suerte, sin embargo esos sentimientos mas que ser en contra de nuestro salvador ausente, son en contra de nosotros mismos del destape de nuestra dependencia hacia el, de la impotencia que sentimos por estar a merced de su piedad.
Y entonces nos armamos de corage y casi juramos que no necesitamos de el, porque el mundo no necesita de el, de nuestro salvador. Tomamos el asta en nuestras manos, y nos lanzamos a la lucha, sin importar nuestros motivos, o nuestros objetivos, y cuando creemos casi poder, cuando creemos ganar, no es así, y en realidad solo estamos cayendo de nuevo.
Terminando por resignarnos y aceptar nuestra brutal caida y final, llega el de nuevo de la nada y nos salva. Y solo nos queda en la mente un universo de preguntas por hacer, y tanto que reclamarle, pero solo basta con saber que estamos de nuevo a salvo.
Sabremos que no siempre estará ahí, que incluso nunca llegué y tengamos que salvarnos a nosotros mismos. Tal vez no este cuando lo deseamos pero si cuando se le necesite. Y si existe o no, no se pero si el único capaz de llevar el planeta en sus hombros porque no creer en el, porque confiar en el, dudo que cause mas dolor del que hemos sido sometidos, y un poco de esperanza y optimismo siempre es bueno.
Incluso algún día nosotros podremos ayudarlo a el, al rescate de las debilidades que puedan matarlo. Ser como el, salvar tal vez no el mundo entero pero tal vez de una persona ser un superheroe y un día poder volar, volar como superman.
I'm still waiting for you!!!
Lex
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