Cada día te vas volviendo más lejano,
entre bahías y desiertos,
tan fugaz como el aire que atraviesa
una balsa que se pierde en la marea.
Las lágrimas que alimentaban esta llama
se han secado,
y solo queda contemplar sentado
hasta que se apague tu recuerdo.
Me aferro a esta historia
que se desliza como arena entre mis manos.
Un día nublado y callado
anuncia el olvido que me toma.
Efímero, voraz y dichoso
aquel beso robado de tus labios.