Sostenía la carta doblada en mi mano, mientras leía lo que escribiste en ella. Muchas palabras bonitas, muchas frases de poeta. Inevitablemente medía las acciones chiquitas, esas que se alejaban de las grandes promesas. Puse la carta en frente de mí, cerrada, para no ver las letras que me compadecían a volver una y otra vez a tí. Terminaba por abrirla, por leerla, por hallar en esa carta algo que no hubiera podido descifrar. Su fecha 6 de agosto 2014, más de un año de haberla escrito, más de un año de haberla entregado y más de un año de haber roto y vuelto una y otra vez en un círculo vicioso entre nosotros que nos desconcierta y nos llena de duda. Me has hecho llorar, me has hecho sufrir, me has hecho reir, me has hecho enojar, me has hecho soñar y vivir y sin embargo ahí sigue la duda. La duda de sí en el fondo de tu ser ególatra, narcisista, superficial, egoísta, materialista, clasicista, prejuicioso, fatalista e infantil habrá un espacio para mí. Saber si cuando dices -te amo- tendrá un poco de verdad a pesar de que suene tan banal, quizá nunca lo sabré. Tratar de creer que me has guardado fidelidad y evadir que te pasas saliva quizá para tragarte tus mentiras. Creer, de eso se trata. A pesar de que todo apunta a que mientes, he decidido cegarme a creerte. En el fondo he buscado mirar a otro lado cuando las razones para abandonarte son muy evidentes. Cuando has jugado, te has burlado y me has tratado de un modo tan banal e indiferente, como el perro que efectivamente crees que soy. Como una simple mascota que puedes jugar un rato y luego olvidarte. Dicen que el amor es un salto de fe, contigo quise dar ese salto, ese paso ciego hacia un abismo de posibilidades sin embargo tú mismo me detuviste, ¿por qué? ¿Para qué salvarme de la locura que quería cometer contigo?, ¿de casarme?, ¿de hacer una vida a tu lado? A menos que supieras de antemano que no me conviene, que no es lo adecuado, que en tu infinita supremacía te apiadaras de mí por un momento y evitaras que cometiera una catástrofe, un desastre, que finalmente te compadecieras y me dejaras ir, me dejaras libre. Un gesto amable el tuyo, quizá el más valioso. Quizá en el fondo si me amas, pero tu forma de amar es así, una porquería. Porque me amas pero no te preocupas por mí. Porque no basta con amar, es entregarse en cuerpo y alma. Es atención, devoción, es pertenencia, es unión, es crear un alma que alberga en dos cuerpos. Y más que palabras bonitas en una carta o un poema se demuestra día a día, con un saludo de buenos días, con un saber como te fue, con atenciones, en observar y escuchar lo que necesita el otro y ayudarle sin esperar a que se lo pidan, con tratar de conquistar a la otra persona como la primera vez, de seducirlo, de ser romántico, de conocer su historia, sus miedos, sus logros, sus caprichos, su vida, sin juzgar, de enamorar. Al final tú marcaste la línea entre lo que yo podía aspirar y lo que jamás tenía permitido involucrarme, de lo que significaba amar para ti. Quizá lo que pedía era muy severo para ti e incluso para mí, algo muy posesivo o muy cursi, muy exagerado, exigente, no lo sé y ya no importa. Quizá te amé demasiado, en exceso, locamente, exageradamente sin embargo es la única forma de amor que conozco, es la única forma en que amo yo porque así soy, yo me entrego, con pasión y locura y aunque probablemente cuestionarás mi ideología en estos momentos y probablemente me llevarás la contra y optarás por una forma de amor más prudente, por algo más sensato no me interesa discutirlo más, estoy cansado, tan cansado de esto y muchas otras cosas, de tus reclamos injustificados, imprudentes, de tus escasos detalles, de tu frialdad, de tu frivolidad, de tu bipolaridad, tus arranques de ira y tu atrevimiento para insultar mi vida y mi mundo sin conocerlo a pesar de que tú me cerrabas el tuyo yo te abría el mío sin dudarlo pero nunca quisiste conocerlo y lo escupías como si fuera algo aborrecible, como si lo conocieras de antemano porque según tú has vivido tanto y ahora que te has vuelto un santo inmaculado y temes ensuciarte de inmundicia la cual irónicamente ya llevas dentro, cuánta hipocresía. Eres altanero, quejumbroso, arrogante, engreído y como todo aquel que sufre de soberbia siempre termina por caer en la ignorancia y estupidez y bien dicen que el estúpido no sufre sino los que le rodean. Bien podría guardar una esperanza contigo y rogar, suplicar, gritar y hacer cualquier otro acto que alimente tu histeria y tu ego con el que vuelvas a mí finalmente, regresar otra vez pero se me hace ya muy patológico, patético y fastidioso. No sirve en nada para mi crecimiento como persona ni para el tuyo. Hay una frase que dice "te amo no por lo que eres sino por lo que soy cuando estoy contigo" y me he dado cuenta que no me gusta quien soy cuando estoy contigo, haciéndome a un lado a mi, complaciéndote en todo, minimizando mi vida o cualquier aspecto de ella que pueda molestarte y al final tú lavándote las manos porque obviamente cualquier error es mi culpa, como todo, como siempre, porque soy dramático, por meloso, por afeminado, por puto, por juntarme con gays y tú un ser incapaz de aceptar culpas o responsabilidades, todo queda en el otro, en mí, porque asumir culpa es asumirte como imperfecto, como un ser humano y tú eres un dios. Y tienes razón tú eres un dios, aunque lo que yo veo es un niño miedoso jugando a querer pero yo no soy un perro a tu servicio, no me gusta en lo que me he convertido a tu lado, seré imperfecto y he cometido errores pero no creo ser mala persona, ni dar asco ni tener que estar rogando por cariño o afecto o porque pasen un día conmigo, ya encontraré a alguien que me valore como tal y que me haga feliz y yo a él. Soy mejor que esto que somos, que lo que fuimos y puedo ser aún mejor todavía solo que no será contigo. De algo sí estoy orgulloso de nuestra relación, no te engañé, fui honesto y cumplí mi palabra hasta el final y me siento satisfecho por eso. Me voy con las manos limpias. Fuiste único para mí y solo exististe tú en el mucho o poco tiempo que estuvimos. Todos tus desprecios, tus berrinches, tus rabietas, tus engaños, tus impertinencias, te los perdono, todo. Sé que estarás bien, no me necesitas, ni a mí ni probablemente a nadie en tu vida. Quizá dolerá un poco pero lo superarás con algunas fiestas y alcohol, siendo tú de verdad y sin limitarte. Me preguntaste si podíamos ser amigos, realmente no. Como novio fuiste alguien especial para mí, como amigo por lo que te conozco valoro más a los amigos que tengo, gracias.
Alejandro.